Otro domingo de mierda. Que a mí no me lo parece. De acuerdo que este 28 de abril ha amanecido lluvioso y con 12 grados de temperatura en plena primavera, pero de ahí a considerarlo un domingo de mierda… Quien lo piensa en realidad es Fortunata Fortuna, la protagonista de La vida imaginaria, la novela galardonada como finalista del Premio Planeta 2012. Mañana es domingo y, como todos los domingos desde que te fuiste, tampoco tengo nada que hacer. Fortunata habla desde la óptica de quien está inmersa en un proceso de desamor y debe comenzar a “reinsertarse” socialmente.
“En general, cuando uno está enamorado no habla del amor, sino que lo vive. Pero todo el mundo habla del desamor cuando quiere compartirlo. Era un tema que me apetecía abordar, y además desde el dolor”. La periodista Mara Torres es la madre literaria de esta joven cuyo nombre de pila rememora a la obra de Pérez Galdós. Un personaje que nació en una tarde de domingo para hacer compañía a su creadora. “Me inventé a Fortunata Fortuna para que me entretuviera, buscaba alguien que fuera simpática, que me emocionara, que me hiciera reír, que me divirtiera”, confiesa Mara, que estuvo los días 27 y 28 de abril en la 48 Feria del Libro de Valencia.
De aquellas tardes de domingo surgieron las primeras cuarenta páginas del libro, que durante más de un año se quedaron guardadas en un cajón, aunque Mara Torres no se olvidaba tan fácilmente de Fortunata.“Tenía ganas de darle alas al personaje”, recuerda. También ayudó la insistencia de sus amigos, que habían leído la historia y le pedían que sacara a Fortunata de su escondite. No obstante, puesto que esas cuarenta páginas “no tenían hilo narrativo, sino que eran más que nada apuntes”, la periodista tuvo que iniciar un proceso de reescritura. Su primera obsesión era “encontrar la voz del personaje, para que el lector estuviera oyendo hablar a Fortunata Fortuna, no que le estuviera leyendo”, explica. “Me costó al principio, pero una vez que la encontré, iba sola. Me da la sensación de que era ella la que me iba arrastrando por la novela, y no yo la que le iba llevando”.
Yo nunca pienso si_no_es_ahora_cuándo / si_no_eres_tú_quién, como me dijiste tú aquel día. Nunca lo pienso. A mí lo que me gusta imaginar es que un día nos encontramos en una ciudad cualquiera, en una ciudad en la que no vivimos. Tendría que ser una ciudad del extranjero donde no existiera ni una sola posibilidad de encontrarte, donde no te esperara ni tú me esperaras a mí, aunque ya sé que esto último tendría más lógica porque hace bastante tiempo que tú no me esperas… ¡Joder! Ya estoy dramatizando. Paso de dramatizar. Estábamos en una ciudad donde encontrarnos.
Mara Torres no se considera escritora, sino autora, y tiene claro que si ha escrito La vida imaginaria esporque necesitaba hacerlo. “Como lectora tengo muchísimo respeto al oficio y trabajo de escritor. Yo solamente he escrito una novela, soy autora de una novela. Si me convierto en escritora lo dirá el tiempo”, mantiene Torres. Durante los dos años que estuvo imaginando las andanzas de Fortunata, ya pensaba en firmar la obra con seudónimo. “Fantaseaba con que nadie supiera nunca que yo la había escrito, sobre todo porque quería escribir con libertad. No es lo mismo que yo escribiera sabiendo que era la presentadora de La 2 Noticias y creando expectativas de una manera o de otra, que escribir pensando que nadie iba a saber que yo estaba detrás. Eso me dio libertad absoluta”, reconoce.
Y pensó en el Planeta como una buena oportunidad para “tantear” a terceros lectores. “Si no gano, que era lo más probable, nadie se entera de que yo estaba detrás”, pensó en su momento. Pero El bunker, el título que escogió para presentar la obra al galardón más cuantioso de las letras españolas, quedó finalista y la autora se vio en esa extraña circunstancia de tener que conectar en directo con el informativo que conduce todas las noches en La 2, “cuando todos los años era yo la que daba los nombres del ganador y finalista”.
La presentadora de La 2 Noticias no cree que La vida imaginariadeba etiquetarse como una novela femenina, ni que su protagonista sea un “personaje arquetípico de mujer”. “Todos los lectores masculinos que han leído el libro se sienten identificados con Fortunata. Al fin y al cabo no es una mujer protagonista de un libro, sino alguien que ha vivido una historia de desamor, y como eso es algo que ha experimentado prácticamente todo el mundo, es fácil sentirse identificado con los sentimientos que desarrolla ella en la novela”, apunta Mara.
En sus páginas queda retratado el Madrid de 2010, cuando lo peor de la crisis económica aún estaba por llegar, aunque por entonces los ciudadanos ya comenzaban a unirse para decir basta. La autora defiende que fantasear con una vida imaginaria es, en los tiempos que corren, más necesario que nunca: “Soñar o imaginar que la vida puede dar un giro en el mejor momento o en el instante más inesperado es un motor”, sostiene. “Si los seis millones de personas que están en paro no pensaran que, a lo mejor, el día que comienza puede ser el que cambie sus vidas, no se levantarían de la cama”.
Presentar un informativo supone relatar cada día lo mejor y lo peor del mundo en el que vivimos. Aunque el caso de Mara Torres es distinto, pues estar al frente de La 2 Noticias no es como conducir un informativo cualquiera: es el más galardonado de nuestro país, el más comprometido con los derechos humanos y el medio ambiente, el que mejor ha incorporado las redes sociales, y también el que más atiende a todas aquellas iniciativas culturales que el resto de medios pasan por alto. “La televisión tiene por delante el reto de acercar la cultura al público en general, no dejarla sólo en reductos elitistas, con programas sólo para enterados”, defiende la finalista del Premio Planeta. “Porque si algo tiene la cultura es que es un espacio de discusión, es de todo menos complaciente. Nunca lo ha sido, ni con el poder ni con la sociedad. Al contrario, es siempre una mirada crítica”, sostiene la periodista de La 2.
Y lanza un deseo: “Me gustaría ver buenos debates televisivos donde la gente discutiera de verdad acerca de si una película aborda bien o mal un tema, si un libro es o no merecedor de un premio o si un concierto ha valido la pena porque el grupo toca bien en directo o te decepciona profundamente. Quiero esos debates acalorados sobre cultura como los hay en política o incluso en fútbol”. Esos que, hoy por hoy, sólo podemos encontrar en una vida imaginaria.